Mary es una mujer guapa de 47 años que últimamente ha empezado a notar algunos signos de vejez prematura en su cara. Para prevenir las arrugas y exhibir un aire juvenil, el dermatólogo le aconsejó algunos cambios en su estilo de vida.
La primera recomendación: no exponerse demasiado al sol o utilizar una crema con un FPS de 30 o superior. Segundo consejo: evitar el tabaco y alcohol en exceso. Fumar hace que las arrugas aparezcan antes de lo habitual, mientras que el alcohol deshidrata la piel, haciéndola más propensa a las arrugas.
Tercero: un régimen de cuidado que incluye limpieza, hidratación y exfoliación para eliminar las células muertas y favorecer la renovación celular. Por último: una dieta sana, rica en antioxidantes, que protege la piel de los radicales libres que multiplican las arrugas.
Otra historia de la vida real es la de Samantha, que siempre había estado orgullosa de su piel impecable. Nunca había visto una arruga hasta que cumplió 35 años. Probó todas las cremas, sueros y tratamientos antiedad del mercado, pero nada funcionó.
Un día, Samantha descubrió que los masajes faciales mejoran la circulación sanguínea, tonifican los músculos y reducen las arrugas. Para su asombro, las líneas de expresión y las arrugas empezaron a desvanecerse como por arte de magia.
Los dermatólogos consideran que el sol es la primera causa de envejecimiento. Pero, los efectos del sol son cambios en las capas más superficiales de la piel, con manchas y arrugas. No obstante, las grandes transformaciones ocurren en un nivel más profundo, en los huesos y en la grasa de nuestra cara.
1 – Cuidado al exfoliar. La exfoliación es parte de una rutina de belleza saludable: es bueno eliminar las células muertas de las capas superiores de la epidermis. Los dermatólogos recomiendan exfoliarse solo una vez al mes; de lo contrario, puede deshacerse de las células aún perfectamente correctas. Tenga cuidado con los exfoliantes más fuertes.
2 – No al azúcar. Consumir demasiada azúcar daña la estructura de colágeno que mantiene el aspecto joven de nuestra piel. Por lo tanto, las fibras de colágeno se vuelven débiles y aparecen las arrugas y las “grietas”. El azúcar también se asocia con un estado de inflamación en el cuerpo, que tiende al envejecimiento prematuro.