Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, un grupo que representa a la industria farmacéutica, y la organización sin fines de lucro National Minority Quality Forum lanzaron la campaña Participaré en 2014 para crear más conciencia sobre los ensayos clínicos y la participación de hispanos y otras minorías.
Andrew Powaleny, el director general de comunicación de PhRMA, dijo que sus miembros reconocieron que tenían que hacer un esfuerzo más concertado para reclutar a minorías.
“La clave es asegurarse que las minorías tengan conocimiento que se necesitan ensayos clínicos, que ayudemos en educar [al público] cómo se realizan ensayos clínicos, y cómo una persona puede participar”, dijo.
Por dos décadas, la Alianza Nacional para la Salud de los Hispanos han abogado por la inclusión de hispanos en estudios de salud subvencionados por el gobierno federal, dijo Adolph P. Falcón, vice presidente ejecutivo del grupo.
Los investigadores deberían buscar el apoyo de grupos y clínicas comunitarios que han captado la confianza de las comunidades hispanas que se valen de sus servicios, dijo.
“Si no hacemos una mejor labor por tener estudios que se parecen más al país, nos perderemos descubrimientos científicos significativos porque no estamos captando esa diversidad”, dijo Falcón, quien contribuyó a la autorización de la ley federal de Disadvantaged Minority Health Improvement Act of 1990, que le ordenó al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos recopilar información más completa sobre los grupos étnicos y raciales.
Las instituciones docentes también han tomado medidas para tener más diversidad en los ensayos clínicos. Hace cuatro años, el Centro de Yale para la Investigación Clínica estableció una colaboración con Junta for Progressive Action, Inc., un grupo que presta servicios sociales a personas de escasos recursos en New Haven, Connecticut. La universidad quería animar a hispanos a participar en sus estudios. Sandra Treviño, la directora ejecutiva de la organización, supo cómo ayudar.
Treviño se crió en un entorno de pobreza en la frontera de Texas y México. Dijo que no conocía mucho sobre ensayos clínicos, y que pensaba que eran para “personas que no se parecían a nosotros”.
A eso se le suman barreras de idioma, desconfianza y miedo, dijo. De hecho, hay estudios recientes que muestran que los hispanoamericanos tenían poco conocimiento de ensayos clínicos y que desconfiaban de médicos a quienes desconocían. Una de sus inquietudes era que se les “usara” en experimentos.
Treviño, sin embargo, ha podido convencer a algunos que “muchos de estos ensayos clínicos salvan vidas. O ayudan a las próxima generación”.
La investigadora de diabetes Ildiko Lingvay, M.D., dijo que “reclutar minorías –e hispanos en particular –para ensayos clínicos es extremadamente importante” porque ayuda a los investigadores a entender mejor cómo se desenvuelven los medicamentos en las diversas etnias.
Las empresas que realizan los ensayos clínicos deben hacer más para incluir a hispanos de diversas etnias, dijo Lingvay, quien es directora del programa de investigación de diabetes y obesidad de UT Southwestern Medical Center.
Ante el esceptisismo de algunos, Galindo, el coordinador de ensayos clínicos, ha determinado que su argumento más convincente ha sido el de sacrificio: no tendríamos medicinas –incluso las comunes y corrientes, como la aspirina –si otros no habrían sido dispuestos a participar en ensayos clínicos.
“Lo estamos haciendo por el bien de las personas, y también el de la ciencia”, afirmó.