Sharif cree que estos errores ayudan a explicar por qué las personas que no hablan inglés tienden a recibir una peor atención de salud en EE. UU.
“Se trata de algo que contribuye de forma crítica a las disparidades en la atención”, advirtió. “Muchas personas que no hablan inglés no pueden comprender cómo usar sus fármacos. Esa es una pieza del rompecabezas”.
Anotando que la ciudad de Nueva York requiere que las etiquetas de las recetas se encuentren en otros seis idiomas comunes, los autores dijeron que se necesita investigación para identificar los peligros del etiquetado y proteger a los pacientes que no hablan inglés.
Además, las firmas de software necesita crear mejores programas si se desea dar un mejor servicio a los pacientes, ya que es poco probable que todas las farmacias de Estados Unidos puedan encontrar y contratar a intérpretes calificados para producir etiquetas e indicaciones, enfatizó Sharif.
“Necesitamos ayuda”, comentó. “Necesitamos que el sector tecnológico cumpla su papel y mejore la forma en que el software de recetas de las farmacias traduce las indicaciones”.
Flockhart tiene una opinión distinta, y afirma que la solución real es contratar a más farmaceutas bilingües. “Dudo que se pueda mejorar el software para que sea tan bueno como un farmaceuta que hable español”, dijo.
Mientras tanto, los pacientes hispanoparlantes deben protegerse. “Mi recomendación sería que se asegure de pedir un intérprete que hable su idioma para que le explique cómo usar el medicamento recetado”, aconsejó Sharif.