Pablo nunca había sido un apasionado de las verduras. Siempre las dejaba en su plato sin tocarlas. Yo, como su mejor amigo, intenté convencerlo de que los vegetales son esenciales para una buena salud.
Un día, mientras caminábamos por el mercado, le pregunté a Pablo si quería probar algo diferente. Él se encogió de hombros y aceptó, así que compré algunas verduras frescas y fuimos a mi casa para cocinarlas juntos. Le mostré cómo cortar y preparar los vegetales y juntos hicimos una deliciosa ensalada de tomate, pepino, lechuga y zanahoria. Pablo quedó impresionado por el sabor. Y a partir de ahí, se convirtió en un fanático de las verduras.
Después de los ataques al corazón, el cáncer es la segunda enfermedad más mortal en los EE. UU. Según los doctores, “una dieta rica en vegetales y frutas, incluyendo jugos, combate el cáncer con éxito”.
Las legumbres y vegetales como el brócoli, la coliflor y el repollo, son excelentes opciones. Lo mismo ocurre con la espinaca, la lechuga romana y la col rizada, con fibra, luteína y carotenos. Busque alimentos con vitaminas C, E y A, que impiden que los radicales libres crezcan en el cuerpo.
Con licopeno, un antioxidante fitoquímico, los tomates son un superalimento anticancerígeno impresionante. Además, previenen las enfermedades cardíacas. Siempre deben estar en una ensalada o pizza casera. El repollo es una verdura crucífera rica en fibra que reduce el riesgo de cáncer de colon y rectal. Y las zanahorias son una maravillosa fuente de fibra, betacaroteno y vitamina A.
¿Sabía que un cuarto de taza de frijoles tiene la misma cantidad de fibra y proteína que dos onzas de carne roja? Además, la pasta integral es una buena fuente de fibra y el brócoli contiene bastante vitamina A y C. Las fresas y los arándanos tienen vitamina C y fibra. Es comida rápida y sencilla para agregarse fácilmente a una avena de cereal integral o yogur bajo en grasa.
Los alimentos densos en nutrientes reducen el riesgo de un infarto cardíaco. La clave es aumentar la fibra y elegir grasas insaturadas. Los ácidos grasos omega-3 y el aceite de oliva, rebajan los triglicéridos. Y una dieta rica en fibra soluble, disminuye los niveles de colesterol LDL.
Junto con el calcio y la niacina (vitamina B3), las sardinas son una fuente de ácidos grasos omega-3. Una buena opción: sardinas frescas a la parrilla o sardinas enlatadas para ensaladas o sándwiches. La caballa es otra excelente fuente de omega-3. Está llena de selenio, un mineral antioxidante que protege el cuerpo de enfermedades.