esta etiqueta”, enfatizó Micha.
En este estudio, Micha y sus colaboradores usaron un modelo ya validado que toma en cuenta una variedad de información (incluyendo datos demográficos, factores de riesgo, hábitos dietéticos y enfermedades) para proyectar el impacto de la etiqueta de información nutricional revisada en las opciones alimentarias de los consumidores, su salud a largo plazo, y el costo económico de la enfermedad cardiaca y la diabetes tipo 2.
Estudios anteriores han mostrado que una mejor información sí ayuda a los consumidores a elegir mejores opciones alimentarias, según Micha y su equipo. Por ejemplo, las etiquetas con la grasa trans llevaron a las personas a evitar los productos ricos en esas grasas, que son muy malsanas, lo que provocó que la industria alimentaria las eliminara de los productos.
La Dra. Reshmi Srinath, directora del Programa de Gestión del Peso y el Metabolismo Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York, prevé que los mismo ocurriría si las personas tuvieran una mejor información disponible sobre los azúcares añadidos.
“En mi experiencia, ahora las personas son más conscientes de su ingesta de azúcar, están revisando las etiquetas de los alimentos, y desean elegir opciones alimentarias más saludables. Un etiquetado claro del