El resultado final: los niños consumieron la misma cantidad de carbohidratos, pero su ingesta total de azúcar dietética se redujo de un 28 a un 10 por ciento.
Se dio a los niños una báscula y se les pidió que se pesaran todos los días. Si empezaban a perder peso de forma drástica, se les daba más alimentos bajos en azúcar, de modo que la pérdida de peso se descartara como factor en cualquiera de los efectos positivos para la salud que se pudieran observar.
Después de 9 días con la dieta restringida de azúcar, prácticamente cada aspecto de la salud metabólica de los participantes mejoró sin que hubiera un gran cambio en su peso.
La presión arterial empezó a modificarse hasta niveles más próximos a la normalidad, y los niveles de triglicéridos y del colesterol LDL (“malo”) se redujeron. El nivel de glucosa en la sangre en ayunas se redujo en 5 puntos, y los niveles de insulina se redujeron en un tercio, mostraron los hallazgos.
“Hicimos que niños que estaban enfermos se volvieran sanos”, dijo Lustig. “No la revertimos completamente, pero en 10 días conseguimos revertir su disfunción metabólica en gran medida, sin que hubiera un cambio en la calorías ni en el peso”.
Sin embargo, el sector del azúcar no se mostró de acuerdo con los hallazgos.
El azúcar presente en los alimentos está compuesto por dos azúcares simples llamados glucosa y fructosa, y los estudios han mostrado que la fructosa puede fomentar el envejecimiento celular, dijo.
La fructosa también actúa directamente sobre el sistema de recompensa en el cerebro de una persona, lo que le hace desear más azúcar. “Cuanto más azúcar se ingiere, más se quiere”, señaló Lustig.
Estos hallazgos muestran que las personas harían bien si siguen las directrices dietéticas que ya animan a limitar la ingesta de azúcar y a comer más fruta y verdura, dijo Mechanick.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com