El tráfico de personas es un problema mundial y, aunque muchos de nosotros pensamos que solo ocurre en los países pobres y subdesarrollados, no es cierto. No hace mucho oímos hablar de Ariel Castro, quien secuestró a 3 mujeres y las encarceló en su casa más de 10 años. El tráfico de personas existe y es un problema que afecta a personas de todo el mundo, incluyendo su vecindario.
Lourdes Nieto es un oficial de policía de Chicago que se encargó de organizar sesiones de información para educar a la comunidad sobre el tráfico de personas. Después de hablar con algunas personas en la comunidad se dio cuenta de que la gente no está familiarizada con el tráfico de personas y los que lo están, están mal informados. El tráfico de personas es una forma de esclavitud moderna, en la que alguien usa coerción, fraude o toma el control total de una persona y les obliga a hacer cosas como actos sexuales, comerciales, trabajos o servicios en contra su propia voluntad.
“Creo que una de las cosas más importantes de el tráfico de personas es que no discrimina, puede pasarle a cualquiera, al hijo de alguien, al vecino de al lado, puede ocurrir en cualquier lugar”, explica Lourdes Nieto. El único factor que las víctimas del tráfico humano comparten es la vulnerabilidad, porque ha habido casos en que las víctimas han venido de familias ricas, no necesariamente de comunidades pobres.
“Siempre hay una cosa que les relaciona y es su vulnerabilidad, ya sea socioeconómica, mental, emocional… muchas veces no es un problema de los padres, pero no hay atención”, dice. Es un asunto serio en la comunidad latina porque a menudo no hablamos de esto, y es un estigma. “El machismo continúa hoy porque si le pasa algo a su hijo no quiere que la gente lo sepa, solo se piensa en lo que va a decir la gente”, explica Nieto. Cuando suceden cosas como estas, en lugar de ir a las autoridades, simplemente lo barren bajo la alfombra y deciden no hablar de ello.