Aunque el estudio se enfocó en mujeres, Kiecolt-Glaser dijo que no hay motivos para creer que los hombres reaccionarían al estrés de forma diferente.
Estos hallazgos concuerdan con otros sobre el vínculo entre el estrés y la dieta, dijo Penny Kris-Etherton, profesora distinguida de nutrición del Colegio de Salud y Desarrollo Humano de la Universidad Estatal de Pensilvania.
“Hay una literatura creciente que señala que el estrés mitiga las respuestas a una buena dieta”, dijo Kris-Etherton.
Podría ser que una mala reacción al estrés supere los beneficios potenciales de una comida saludable, o tal vez que el estrés en sí altere el procesamiento de la comida en el cuerpo, planteó.
Algo interesante es que Kiecolt-Glaser y sus colaboradores encontraron que el estrés no empeoró incluso más la respuesta del cuerpo a un desayuno rico en grasa saturada, como habían anticipado.
“Anticipábamos ver unas respuestas adversas incluso más grandes a la comida con grasa saturada, pero quizá ya habíamos llegado al máximo”, dijo. “Tal vez cuando se sobrecarga tanto al sistema sea difícil ver los efectos reales del estrés”.
En resumen, la gente que sigue una dieta saludable para el corazón también debe gestionar el estrés, señalaron Kiecolt-Glaser y Kris-Etherton.
Eso podría significar compartir los problemas con un amigo o familiar, hacer ejercicio con regularidad, dormir mucho y bien, probar la meditación o el yoga, o simplemente hacer algo placentero como tomar un baño caliente o encender una vela perfumada, sugirieron.
Pero eso no significa que tras un mal día uno deba sentirse libre de comer una comida malsana, anotó otra experta.
“Como dietista registrada, este estudio no cambiaría mis recomendaciones sobre una dieta saludable o una rica en grasa monoinsaturada en comparación con grasas saturadas”, dijo Jennifer Kartashevsky, educadora certificada de diabetes en el Programa de Diabetes Alliance del Sistema de Salud Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York.
“Sabemos que tanto el estrés como la dieta pueden tener un efecto en la inflamación del organismo”, siguió Kartashevsky. “La moraleja es seguir consumiendo una dieta rica en verduras no almidonadas, proteínas magras, fruta fresca, granos enteros y [grasas] monoinsaturadas para tener una mejor base si llega el estrés”.
La investigación aparece en la edición del 20 de septiembre de la revista Molecular Psychiatry.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com