“Uno piensa que no le va a pasar nada, pero cuando pasó, todo se hizo claro”, dijo Alvarado. “No le prestaba atención a mi salud. No era suficiente el tomarme la medicina. Tenía que cambiar mi vida”.
Aproximadamente el ochenta por ciento de los ataques cerebrales isquémicos se pueden prevenir por medio de factores relacionados al estilo de vida y el control de otros factores de riesgo, como la presión arterial alta.
La mala dieta de la familia, otro factor de riesgo para enfermedad cardíaca y ataque cerebral, fue lo primero que cambiaron. Aunque Alvarado siempre cocinaba para su familia, los menús eran principalmente comidas ya preparadas.
En las cenas servían ensaladas de lechuga iceberg con un aderezo cremoso ranch y platos fuertes como pedazos de pescado congelados o Hamburger Helper. A menudo los domingos, la familia daba a los niños un gustito con una comida en McDonald’s.
“Todo eso paró”, dijo Alvarado.
Cordova recuerda que no siempre sintió entusiasmo por algunos de los cambios en el menú, como las verduras de color verde oscuro que reemplazaron la lechuga iceberg. Las crujientes piernas de pollo ahora se servían sin la piel.
“Para animarnos, mi mamá nos decía que la comida nos iba a poner fuertes como Popeye”, recuerda. “No fue fácil, pero después de un tiempo, ya no extrañaba esas cosas”.
Alvarado también redujo su estrés al tomar menos compromisos, delegar más y soltar más las riendas.
“Tuve que aprender que no todo se podía hacer a mi manera”, dijo. “No importaba si los niños no doblaban las toallas o no hacían el supermercado como yo lo hacía. Se hacía de todas maneras”.
Los cambios que hizo a su vida le dieron resultados a Alvarado, quien tiene cincuenta y siete años y se siente mejor que nunca. Se pasa los días aconsejando a otros sobre los beneficios de comer sano.
“Considero que mi ataque cerebral es una bendición”, dijo. “Si no habría tenido ese abrir de ojos y cambiado mi vida, habría tenido un ataque cerebral fatal más adelante”.
“Mi mamá realmente nos inculcó la importancia de respetar los cuerpos y la salud”, dijo.
Cordova, quien ahora vive en Los Ángeles, comparte a menudo la historia de su mamá por medio de sus varias plataformas en redes sociales, con la esperanza de concienciar a otras latinas jóvenes sobre la importancia de no solo prestar atención a la salud del corazón, sino también hablar del tema. Está a cargo de una organización sin fines de lucro llamada Amigas 4 My Soul (Amigas por mi alma) que organiza fiestas de acondicionamiento físico y conferencias para empoderar a mujeres. Hace poco, Cordova y Alvarado compartieron su historia en un evento de Go Red Por Tu Corazón para mujeres hispanohablantes en Los Ángeles.
“Hasta que a mi mamá le dio el ataque cerebral, nosotros nunca hablamos sobre qué significaba ser sano”, comentó. “Quiero que las personas eviten el estrés, los malos hábitos de comida y el miedo de pedir ayuda cuando la necesitan”.
Fotos cortesía de Cecilia Alvarado