Pero los pacientes que tomaban inhibidores de la ECA tenían tres veces más probabilidades de desarrollar angioedema, y un 32 por ciento más de probabilidades de desarrollar una tos persistente, mostraron los hallazgos.
Los riesgos de sangrado GI y pancreatitis también fueron ligeramente más altos entre los usuarios de inhibidores de la ECA. Pero estas cifras no se sostuvieron cuando se realizó un análisis estadístico, lo que significa que podrían haber sido hallazgos aleatorios.
El Dr. Willie Lawrence es un cardiólogo del Centro para una Mejor Salud de Benton Harbor, Michigan. Aseguró que, en su experiencia, el sangrado GI y la pancreatitis no han sido un problema con los fármacos.
Por otra parte, el angioedema y la “tos de ECA” son efectos secundarios potenciales bien conocidos, dijo Lawrence, director del Comité de Supervisión de la Iniciativa Nacional para Controlar la Hipertensión de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association).
Ya había una sensación de que era menos probable que los BRA provocaran estos problemas, apuntó Lawrence. Pero como los inhibidores de la ECA han estado disponibles durante más tiempo, los médicos se inclinan por recetarlos con una mayor frecuencia, añadió.
“Creo que este estudio plantea la pregunta de si es mejor simplemente recurrir de inmediato a un BRA”, dijo Lawrence.
Pero, anotó, este estudio no provee una respuesta sólida. Los estudios observacionales, como este, que siguen a los pacientes que reciben un tratamiento particular en el mundo real, tienen unas limitaciones inherentes. Los ensayos clínicos controlados, que están diseñados específicamente para evaluar un tratamiento, ofrecen unas mejores evidencias.
Pero es poco probable que alguien vaya a realizar un ensayo que compare a los inhibidores de la ECA con los BRA, apuntó Lawrence. Ambas clases de fármacos ya son de uso común y están disponibles como genéricos baratos, de forma que no hay incentivos para que los fabricantes de los medicamentos realicen unos ensayos costosos.