agua de la que recibe.
Hasta una deshidratación menor, al grado cuando las personas comienzan a sentirse sedientas, se vincula con dificultades para concentrarse, mala memoria y mal humor. Incluso, los estudios han demostrado que las personas que consumen bajas cantidades de agua en forma crónica parecen tener un mayor riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica, piedras en los riñones e infecciones del tracto urinario.
“El flujo abundante de orina parece tener una función protectora”, dijo Kavouras.
Kavouras y sus colegas encontraron que la deshidratación leve impide la función de las células que revisten los vasos sanguíneos, casi al mismo nivel que fumar un cigarrillo. La deshidratación también se ha relacionado con inflamación, endurecimiento de las arterias, regulación de la presión sanguínea y otros factores que pueden elevar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas y ataques cerebrales.
Las investigaciones también han vinculado la mala hidratación con la diabetes.
“La diabetes es una enfermedad relacionada con el estilo de vida y que tiene que ver con lo