por debajo de los niveles que provocarían efectos en la salud, anotaron los investigadores.
Pero algunos compuestos sí alcanzaron niveles problemáticos para los bebés y los niños pequeños, si se consideraba su edad en los cálculos sobre la exposición, añadieron los investigadores.
“No hay motivo de alarma, pero es importante comprender que la calidad del aire de nuestro microambiente de sueño es importante respecto a nuestra exposición a varios contaminantes, como los COV”, comentó la investigadora sénior, Yael Dubowski, profesora asociada en el Instituto de Tecnología de Israel. “Por lo tanto, deberíamos hacer un esfuerzo por mejorarlo”.
Los efectos de salud asociados con los COV abarcan desde irritación en los ojos, la nariz y la garganta hasta dolores de cabeza y daños en los órganos, según la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU. Algunos COV, incluyendo el benceno, el acetaldehído y el formaldehído, se han asociado con un aumento en el riesgo de cáncer.
En el estudio, Dubowski y sus colaboradores sometieron a ocho colchones distinto a unas condiciones simuladas de sueño, imitando la elevación en el