menos seis meses. La mayoría eran empleados a tiempo completo.
Además de completar cuestionarios, todos los participantes también se sometieron a entrevistas médicas, durante las cuales los investigadores recolectaron información sobre los antecedentes de ACV, el índice de masa corporal (una medida estándar de sobrepeso/obesidad), el estatus de diabetes e hipertensión, y cualquier antecedente familiar de enfermedad cardiaca.
El equipo encontró que alrededor de un 30 por ciento de los participantes franceses dijeron que trabajaban en un horario prolongado, mientras que más o menos un 10 por ciento reportaron que habían trabajado en un horario prolongado durante 10 años o más. Después de descartar a los que habían experimentado un ACV antes de asumir una rutina de horario laboral prolongado, se clasificó a alrededor de un 1 por ciento de los encuestados como supervivientes a un ACV.
Al final, el equipo encontró una firme asociación entre trabajar en un horario prolongado y el riesgo de ACV, tanto en los hombres como en las mujeres. El vínculo pareció ser más firme en las personas menores de 50 años.
Descatha describió ese último hallazgo como “inesperado”, y dijo que se necesita más investigación para comprender por qué los trabajadores más jóvenes son más afectados. Pero sugirió que quizá a una edad más temprana las condiciones de trabajo, los horarios irregulares y