Según un estudio publicado este mes, a pesar de más de una década de investigación que ha puesto al descubierto las disparidades raciales y étnicas en pacientes que tienen insuficiencia cardíaca y reciben un desfibrilador, las cosas no han mejorado mucho.
El estudio, que se publicó en la revista científica Circulation, incluyó a más de 21 000 pacientes con insuficiencia cardíaca que ingresaron a hospitales importantes que han adoptado el programa Get With The Guidelines-Heart Failure de la American Heart Association, que ayuda a los hospitales a dar una mejor calidad de atención. Todos las pacientes calificaron para un desfibrilador cardioversor implantable automático, o DCI, un aparato a batería que genera un impulso eléctrico si el corazón empieza a latir de forma errática.
Sin embargo, a solo uno de cada cinco pacientes se comentó sobre la opción de recibir un DCI. Muchos de quienes no formaron parte de la conversación fueron pacientes negros, hispanos y mujeres.
De los pacientes a quienes se recomendó el DCI, los pacientes negros e hispanos fueron menos propensos a optar por él. Las estadísticas muestran que el sesenta y cinco por ciento de los pacientes blancos optaron por el aparato o pensaban adquirirlo, comparado con el cincuenta y ocho por ciento de pacientes negros y cincuenta y seis por ciento de pacientes hispanos.
Los científicos no investigaron por qué existen las disparidades, pero dicen que las inequidades pueden ser peligrosas.
“Esos pacientes, según ensayos clínicos hechos al azar, tienen posibilidades más altas de vivir … si tienen un desfibrilador”, dijo el cardiólogo Deepak L. Bhatt, M.D., un coautor del estudio. “Representa algo importante si un paciente tiene un desfibrilador o no”.
A sus colegas, Bhatt les dice lo siguiente: tienen que mejorar sus prácticas.
“Creo que el mensaje más importante es él de la educación”, comentó Bhatt, un profesor de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard y director ejecutivo de programas de intervención cardiovascular en el Centro Vascular y del Corazón del Brigham and Women’s Hospital en Boston.