El parto del primero hijo de Kacie y Alejandro Torres fue duro, y esperaban entusiasmados uno más fácil con su segundo hijo, otra niña.
Pero cuando vio a Emma, la madre de veinte y cuatro años supo que algo andaba mal. El personal médico gritaba que la recién nacida necesitaba compresiones en el pecho.
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“Empecé a descontrolarme”, dijo Kacie, quien dejo de trabajar para dedicarse a sus tres hijos en Corona, California.
Los estudios mostraron que Emma tenía un defecto en el corazón. El personal inmediatamente trasladó a la niña al Children’s Hospital Los Angeles, a una hora de distancia, para que le hicieran una operación de corazón abierto.
Emma había nacido con drenaje venoso pulmonar anómalo total, un defecto caracterizado por la conexión incorrecta de las venas que transportan la sangre rica en oxígeno de los pulmones al corazón. La sangre regresa por el lado incorrecto del corazón, y si no se corrige el problema, los órganos dejan de funcionar por falta de oxígeno.
Emma pasó aproximadamente una semana después de la cirugía conectada a una máquina que le ayudaba a respirar y bombear la sangre por su cuerpo.
Su relato de resiliencia es notable porque ella estaba “tan al borde de la muerte como se puede estar”, dijo John-Charles A. Loo, M.D., el cardiólogo pediatra de Emma en Kaiser Permanente.
Hoy, la bebita que los médicos no esperaban que sobreviviera es una niña de cuatro años saludable y platicadora.