Las nuevas metas de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) tienen el objetivo de ayudar a los estadounidenses a lograr, en dos años, la meta diaria de no más de tres mil miligramos, y en diez años, de no consumir más de dos mil trescientos miligramos diarios.
Las metas voluntarias son un “borrador”, es decir, la FDA puede cambiarlas de acuerdo a información que reciba de la industria alimenticia, organizaciones de salud pública y el público en general.
“Este es un paso en la dirección correcta”, dijo Mark A. Creager, M.D., presidente de la American Heart Association y director del Centro Cardíaco y Vascular del Centro Médico Dartmouth-Hitchcock. “Existe investigación científica exhaustiva que indica que cuando las personas consumen una dieta baja en sodio, comparada con una diete alta en sodio, su presión arterial es más baja. Animamos al público a que reduzca su consumo de sodio para minimizar su riesgo de presión arterial alta y sus consecuencias”.
No hay actualmente un límite para la cantidad de sal que un fabricante de alimentos le puede agregar a su producto. La FDA ha considerado por varios años establecer pautas para niveles de sodio voluntarios. El año pasado, el Center for Science in the Public Interest demandó a la dependencia por no contestar la petición que había hecho el grupo hacía diez años, en la que pedía restricciones sobre sal.