Hay bastantes evidencias que sugieren que las personas que son activas social, intelectual y físicamente podrían prevenir la enfermedad de Alzheimer. Pero un nuevo estudio muestra que esos esfuerzos podrían mantener la demencia a raya solo hasta cierto punto.
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Ejercitar la mente y el cuerpo podría retrasar los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, dijeron los investigadores, pero en la mayoría de las personas no ralentiza los cambios cerebrales subyacentes vinculados con la enfermedad.
El estudio fue dirigido por Prashanthi Vemuri, de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. Su equipo se centró en casi 400 personas de a partir de 70 años de edad. Aunque ninguno de los participantes tenía demencia, 53 habían experimentado deterioros leves en sus capacidades mentales.
El equipo de Vemuri dividió a los participantes en dos grupos: los que tenían más de 14 años de escolarización y los que tenían menos.
Cada participante se sometió a escáneres cerebrales para evaluar las señales de enfermedad de Alzheimer, y también se les preguntó sobre sus niveles de actividad mental y física.
En general, los trabajos, la actividad mental y física y la educación de los participantes en la mediana edad parecieron tener entre poco y ningún efecto sobre los niveles de acumulación de placas de proteína amiloidea en el cerebro, un factor que hace mucho que se asocia con la enfermedad de Alzheimer. Los niveles de actividad física o mental también parecieron tener un impacto reducido en el volumen del cerebro o el metabolismo del azúcar (el uso de energía) del cerebro, señalaron los investigadores.
Pero los hallazgos fueron distintos en una minoría de los participantes, las personas con un gen vinculado con el Alzheimer llamado APOE4. Alrededor del 20 por ciento de las personas portan ese gen, anotó el equipo de Vemuri.
En ese subgrupo, las personas que tenían unos niveles educativos altos y que habían seguido aprendiendo durante todas sus vidas tenían menos placa amiloidea, en comparación con las que tenían unos niveles educativos altos que no siguieron esforzando la mente.
El estudio aparece en la edición en línea del 24 de febrero de la revista Neurology.