tenido relaciones sexuales y/o disfunción sexual en el año anterior.
Resultó que los hombres dijeron que eran dos veces más sexualmente activos que las mujeres. Mientras dos tercios de los hombres dijeron que tenían relaciones sexuales, apenas un tercio de las mujeres dijeron lo mismo.
Al mismo tiempo, casi la mitad de los hombres se quejaron de disfunción eréctil y problemas con el orgasmo, y la actividad sexual se redujo en cierta medida en todos los participantes durante los dos años de seguimiento.
Aun así, el equipo de Picillo concluyó que los hombres que participaban en actividad sexual mostraban una discapacidad motora menos grave y una mejor calidad general de vida que los que no. Las mujeres no tuvieron la misma suerte.
En reacción al estudio, el Dr. Adolfo Ramírez Zamora, de la Universidad de Florida, enfatizó que “la asociación entre una vida sexual activa y