Aun así, Egeberg enfatizó que el estudio solamente pudo indicar una asociación entre la demencia y la rosácea, y “no significa necesariamente que haya un vínculo causal”.
Los hallazgos aparecen en la edición de 28 de abril de la revista Annals of Neurology.
“Se ha observado que hay unos niveles altos de ciertas proteínas y procesos inflamatorios en la piel de los pacientes con rosácea”, indicó Egeberg, y añadió que “éstos se han asociado también con la demencia, en particular con el Alzheimer”. Sin embargo, “aunque podría ser una posible explicación, no podemos afirmar con certeza que sea la causa”.
El Dr. Anton Porsteinsson, director del Programa de Atención, Investigación y Educación del Alzheimer, de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Rochester, en Nueva York, se mostró de acuerdo con que “podrían haber procesos comunes que ponen en riesgo de ambos trastornos”.
“El próximo paso importante a dar a partir de este hallazgo”, dijo, “es comprender mejor los mecanismos de ambas afecciones y si se pueden descubrir objetivos para el tratamiento o modificaciones del estilo de vida que tengan un impacto en el riesgo de desarrollar estas afecciones. También será interesante examinar si el tratamiento con éxito de una de ellas tiene un impacto en el desarrollo de la otra afección”.
Mientras tanto, Porsteinsson aconsejó a los pacientes con rosácea, sobre todo a los que tengan a partir de 60 años, que presten atención a cualquier dificultad significativa en la memoria a corto plazo, a la hora de recordar una palabra, para tomar decisiones y/o en la navegación a una edad más avanzada, más allá de los 60. “Los profesionales clínicos [también] deberían ser conscientes de esta asociación de riesgo”, comentó.
Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com
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