De por sí, fue doloroso dejar la panceta y los vegetales enlatados. Fue aún más difícil eliminar la sal de ajo. Mike Brusa no quería que sus platillos italianos perdieran su singular sabor, pero le había prometido a su hija que prepararía comidas más saludables para ayudar a que se mejorara.
“Esta condición de ella como que me sacudió y despertó y me dijo, ‘Más vale que cambies o la vas a perder’”, dijo el hombre de 71 años de Fort Worth, Texas. “Se tenían que hacer correcciones …y como fuera iba hacer esos cambios”.
De por sí, fue doloroso dejar la panceta y los vegetales enlatados. Fue aún más difícil eliminar la sal de ajo. Mike Brusa no quería que sus platillos italianos perdieran su singular sabor, pero le había prometido a su hija que prepararía comidas más saludables para ayudar a que se mejorara.
“Esta condición de ella como que me sacudió y despertó y me dijo, ‘Más vale que cambies o la vas a perder’”, dijo el hombre de 71 años de Fort Worth, Texas. “Se tenían que hacer correcciones …y como fuera iba hacer esos cambios”.
El empresario jubilado se refería a su hija menor, Karyn Brusa. Hace casi tres años, a la azafata de 42 años de edad le diagnosticaron insuficiencia cardíaca. De pronto, cuidar de su salud se convirtió en un propósito familiar.
“Fue un cambio de vida para todos,” dijo Karyn de sus nuevas rutinas alimentarias y cuidados de salud. “Pero también fue una alerta para todos”.
Quizás más para su papá porque el acompañaba a Karyn a sus consultas en la etapa inicial de su enfermedad. Estuvo presente cuando un médico le dijo a ella que necesitaría un desfibrilador cardioversor implantable para prevenir un paro cardíaco, y estuvo presente cuando le implantaron el dispositivo.
Han tenido una relación muy cercana desde que ella era niña, pero el susto de salud los acercó aún más. Y la comida ha jugado un papel principal en un proceso de transformación que comenzó cuando Karyn tuvo que ser hospitalizada por primera vez en agosto de 2014.
Para entonces, se le había empeorado una toz persistente que tenía desde hacía un año. No podía caminar la corta distancia de su dormitorio a la cocina, y lavarse el cabello le agotaba. Un día en el trabajo, quedo tan exhausta después de caminar a un avión que vomitó.
Poco después, tuvo que ingresar dos veces a un hospital por insuficiencia cardíaca. Para diciembre de ese año, se le había colocado el DCI para que le diera una corriente eléctrica a su corazón en caso de que latiera de forma errática. Dejó de trabajar un año para recuperarse.
El cardiólogo trasplantista, Mark H. Drazner, M.D., dijo que la primera vez que conoció a Mike y Karyn observó que entre padre e hija existía un vínculo fuerte.
“Creo que incluso en esa primera hospitalización, recuerdo que un ambiente muy jovial en general, que en parte fue por la calidez evidente entre ellos dos”, dijo Drazner, director médico de los programas de insuficiencia cardíaca, trasplante de corazón y dispositivos de asistencia ventricular en UT Southwestern Medical Center en Dallas. “Mi impresión fue que se apoyaban uno al otro”.
Cuando un paciente tiene que hacer cambios necesarios a su estilo de vida, el apoyo familiar es vital para la recuperación exitosa, comentó. Drazner dijo que es crítico que los pacientes de insuficiencia cardíaca como Karyn reduzcan significativamente su consumo de sal durante el primer año de convalecencia.
Karyn, quien ya llevaba una dieta saludable antes de su diagnóstico, aprendió de los nutricionistas a preparar platillos bajos en sodio y como interpretar las etiquetas de contenido nutricional de las comidas enlatadas. Compartió esa información con su familia italoamericana para que ellos también pudieran hacer cambios.
Pero su padre era baturro. Le tomó tiempo lograr que dejara de usar la sal de ajo, las carnes procesadas y los vegetables enlatados atiborrados con sodio.
“Le decía, ‘Papá, tienes que escuchar ésto porque eres malísimo para esto’”, recordó Kareyn. “No entendía lo de las porciones”.
“Por fin un día regresa a casa —y dice— ‘Realmente nos están tratando de matar’”.
Mike admite que no le ha sido fácil cambiar la manera en que hace su salsa para espagueti, su pizza y sus albóndigas. Las recetas las heredó de su papá, y a Mike le preocupaba que no podría mantener vivas las tradiciones culinarias de su familia.
Pero los Brusa ahora tienen tradiciones culinarias. Las verduras frescas como el brócoli, las mazorcas de maíz y los ejotes ahora son comestibles principales en la cocina de Mike.
Karyn vive en la misma calle que su papá y su mamá, Nancy, quien también es azafata. Ella cena con frecuencia con ellos cuando está en Fort Worth y siempre dedica tiempo para ir a un juego de los Texas Rangers con su papá.
A pesar que está mejor, Karyn ocasionalmente le recuerda a su papá que no vuelva a sus viejos hábitos de cocina. Le dice, “¡no me he curado, no te aflojes, Brusa”!
Cuando Mike se descarrila, siempre vuelve a encarrilarse. Lo hace por su hija. “Quiero que llegue a una vejez muy avanzada”.