El ejercicio aeróbico ha sido mencionado durante años por sus numerosos beneficios para el cuerpo, los cuales incluyen salud cardiovascular mejorada, mejor estado de ánimo, más energía, y huesos y músculos más fuertes.
Sin embargo, existe otra actividad física que está atrayendo los encabezados: el yoga.
Varios estudios sugieren que esta práctica de mente y cuerpo puede ser buena para la salud del corazón, desde por reducir la presión arterial y el colesterol, hasta por disminuir el estrés y el índice de masa corporal.
Mientras que el yoga frecuentemente se asocia con imágenes de practicantes flexibles, esta actividad realmente va más allá de los estiramientos y de pararse de manos. El yoga tiene sus orígenes en la India e incluye poses físicas (sana), ejercicios de respiración (pranayama) y meditación.
También tiene muchas variantes tales como Hatha, Iyengar, yoga restaurativo y yoga en caliente, cada uno con un énfasis en particular, como la alineación o la relajación.
Recientemente, más estadounidenses están dando el paso al tapete de yoga. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el 14.3% de los adultos en EE.UU., o sea, 35.2 millones, practicaron yoga en 2017, aumento de un 9.5% comparado con 2012.
Muchos de ellos comienzan a practicarlo para abordar la salud y el bienestar desde un punto de vista holístico, y por como el yoga interrumpe los efectos del estrés.
“Existe un conjunto enorme de textos que indican que los factores estresantes de tipo psicosocial, tales como el estrés matrimonial y laboral o la ansiedad y la depresión, se relacionan con un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares”, dijo la Dra. Puja Mehta, profesora asistente de medicina en la división de cardiología de la Escuela de Medicina de Emory University en Atlanta. “Cuando hay estrés crónico, el sistema nervioso simpático se mantiene por sobre borda” lo cual puede ocasionar inflamación y presión sanguínea elevada.
A través de la respiración profunda y la relajación, el yoga puede frenar la respuesta corporal ante el estrés al activar el sistema nervioso parasimpático, o sea, el sistema encargado de “descansar y digerir”, dijo Mehta. Cultivar la atención plena también puede fomentar que los participantes desarrollen hábitos distintos de autoconsciencia y autocuidado que fortifican la salud cardiovascular.
“(Eso) puede tener efectos profundos para apoyar conductas saludables relacionadas con la alimentación y la actividad física”, dijo la Dra. Gloria Yeh, profesora asociada de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard, y directora de investigación de mente y cuerpo del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston.
Las investigaciones también muestran que el yoga puede reducir los factores de riesgo cardiovascular. En 2014, Yeh fue coautora de una evaluación de ensayos clínicos publicada en el European Journal of Preventive Cardiology, en el cual se encontró que el yoga tuvo un efecto importante en los factores de riesgo cardiometabólicos, en comparación con la falta de ejercicio.
Por ejemplo, el yoga redujo el colesterol total en 18.48 mg/dl y los triglicéridos en 25.89 mg/dl, cifras mayores que las vistas en el grupo de control. La presión sanguínea también mejoró, y las presiones sistólica y diastólica disminuyeron en 5.21 mmHg y 4.98 mmHg, respectivamente.
Los beneficios también alcanzan a personas con enfermedades cardíacas. De acuerdo con un estudio publicado en 2016 en el European Journal of Cardiovascular Nursing, en pacientes con fibrilación atrial paroxismal con síntomas de frecuencia irregular, el practicar doce semanas de yoga combinada con ejercicios de respiración profunda tuvo resultados tales como ritmo cardíaco menor, presión sanguínea más baja y mejores calificaciones en cuanto a salud mental, comparados con personas que no practicaron yoga.
Mehta agregó que, aunque estos y otros estudios científicos muestran resultados prometedores, todavía existen ciertos límites tales como las cantidades reducidas de participantes. Asimismo, debido a que el yoga abarca una variedad de elementos aún no se cuenta con una dosis estándar de yoga, lo cual dificulta las comparaciones entre los estudios, indicó.
Ambas doctoras dijeron que se requieren investigaciones adicionales que incluyan ensayos clínicos aleatorios y un mejor entendimiento acerca de los mecanismos exactos del yoga que produzcan beneficios cardiovasculares.
“Necesitamos entender mejor quién se beneficiaría más del yoga y en qué forma”, mencionó Yeh. “Debido a que el yoga es muy heterogéneo y tiene estilos y enfoques diferentes, nos gustaría poder compaginar los ejercicios precisos con las personas correctas y en el mejor momento. Necesitamos entender cómo integrar mejor el yoga con las demás medidas de un buen estilo de vida”.
Además, sigue en pie la pregunta más importante en cuanto a la investigación, agregó Mehta: “¿Vivirá más tiempo y no tendrá eventos cardiovasculares tales como un ataque del corazón o cerebral?”
Para los adultos mayores y las personas que recién comienzan a hacer yoga, Mehta recomienda buscar clases de yoga liviano, restaurador o practicado en silla. También indicó que las personas con enfermedades cardíacas o alta presión sanguínea podrían precisar que se modifiquen ciertas poses y evitar posturas en las que la cabeza queda por debajo del corazón.
Los expertos también sugieren, en particular, que las mujeres embarazadas no practiquen “yoga caliente” o clases de yoga en salones con calefacción, debido a que corren el riesgo de sobrecalentarse y deshidratarse.
Al final de cuentas, dijo Yeh, el yoga es ejercicio y “cualquier ejercicio es mejor que no hacer nada. Entonces, la actividad que una persona haga y disfrute será la que le brinde el mayor beneficio”.