Amanda Gonzalez estaba en su último año de secundaria cuando le diagnosticaron enfermedad del corazón. Se le quiebra la voz al recordar las cirugías que necesitó y lo que se perdió en sus años universitarios. Al mirar al pasado, Gonzalez dice que tiene suerte de estar viva.
La joven de 28 años tenía 17 la primera vez que su corazón falló. Había jugado un partido de softball ese día, y se desmayó mientras se daba un baño, después de estudiar hasta entrada la noche para sus exámenes finales.
Los médicos le implantaron un marcapasos unos días antes que Gonzalez empezara su primer año de universidad en College of the Holy Cross en Massachusetts. Pero los ritmos peligrosos le continuaron.
Amanda Gonzalez y su cardiólogo, Lawrence Rosenthal.
“Las palpitaciones eran insoportables”, dijo Gonzalez, una portavoz nacional para Go Red Por Tu Corazón, la campaña de la American Heart Association para educar a las mujeres sobre enfermedad del corazón. “Sentía que tenía un monstruo en mi pecho que no podía apaciguar”.
Empezó a tratarse con un médico nuevo, quien le cambió sus medicinas y le dijo que necesitaba un desfibrilador cardioversor implantable. Tuvo que ausentarse de la universidad por motivos de salud para poder darle a su corazón tiempo para sanar.
Gonzalez, quien se describe como una persona “de personalidad muy de tipo A”, recordó que se sintió devastada por tener que detener temporalmente sus planes universitarios porque es una persona competitiva, y graduarse de Holy Cross había sido su sueño dorado.
Gonzalez se entregó a su rehabilitación, pero las experiencias le produjeron desgaste psicológico. Se deprimió y no quería salir de su casa porque temía que le ocurriera un incidente cardíaco en público. Con el paso del tiempo, dejó de ir al cine y de visitar a sus amistades.
Su cardiólogo animó a Gonzalez a ver un terapeuta. Los dos profesionales jugaron “un papel enorme en devolverme mi vida”, comentó.
Gonzalez regresó en poco tiempo a Holy Cross. Logró su sueño de graduarse en mayo de 2011 y trabaja como fotógrafa y asistente administrativo en Worcester.
Lawrence Rosenthal, M.D., Ph.D., su cardiólogo, dijo que ella se merece todo el mérito por el esfuerzo que hizo en su recuperación.
“Realmente ha superado bastante adversidad para una persona joven”, dijo Rosenthal, director de la división de estimulación y electrofisiología cardíaca en el UMass Memorial Medical Center.
Rosenthal dijo que es posible que Gonzalez tenga una condición genética que causa una “tormenta eléctrica” en su corazón que puede conllevar a una muerte cardíaca súbdita. El desfibrilador la protege porque suelta una descarga cuando ocurre un ritmo problemático que peligra su vida. Hasta el momento, el dispositivo ha soltado media docena de descargas.
Su hermano menor, Brian, dijo que fue difícil ver a la hermana quien fuera alegre y retozona temer hacer las cosas que tanto disfrutaba.
“Fue un momento que nos cambió la vida a todos”, dijo el patrulla del estado de Massachusetts de 25 años. “Nuestra relación mejoró tanto, hasta el punto que somos los mejores de los mejores amigos”.
Para Gonzalez, educar a los demás sobre los riesgos de enfermedad del corazón se ha vuelto una pasión. Antes de ser voluntaria para la AHA, comía saludablemente, pero desde que se unió a la organización, se ha “inspirado más en practicar lo que predico”.
Hoy, Gonzalez, a quien le encanta cocinar, dijo que prepara el picadillo cubano de su papá con carne de pavo en lugar de res. A pesar que ya no come pasta, no está dispuesta a privarse de su capricho: el chocolate.
La labor de Gonzalez como voluntaria ha fortalecido su seguridad en sí misma, y le ha ayudado a manejar la ansiedad que una vez la paralizaba.
El tener enfermedad del corazón “no quiere decir que es el final”, dijo.
Anima a otros a conocer el historial de salud de sus familias, y a no ignorar –como lo hizo su propia familia— las condiciones que afectaron a los padres y los abuelos.
El abuelo paterno de Gonzalez, quien vivía con su familia, murió de un infarto mientras dormía el año antes de su diagnóstico. Nadie consideró importante en aquel momento de hacerse un chequeo del corazón o estar atento a su propia salud cardíaca. Gonzalez ahora anima a sus padres a cuidar mejor de su salud.
Gonzalez dijo que la enfermedad del corazón le quitó mucho en esa primera etapa de su diagnóstico. Sin embargo, se siente “bendecida” porque ha aprendido mucho sobre enfermedad del corazón y puede compartir ese conocimiento con mujeres alrededor del país.
“No sé quién sería si no tuviera enfermedad del corazón”, aseveró.
Fotos cortesía de Amanda Gonzalez y Go Red Por Tu Corazón