“Aunque la magnitud del aumento de peso atribuible a los antibióticos quizá sea modesto a finales de la niñez, nuestro hallazgo de que los efectos son acumulativos plantea la posibilidad de que esos efectos continúen y se agraven en la adultez”, dijo Schwartz en un comunicado de prensa de la Hopkins.
Estudios anteriores sugieren que el uso repetido de antibióticos cambia de forma permanente el equilibrio de las bacterias del tracto digestivo, apuntaron los investigadores. Esto altera la forma en que la comida se digiere, y aumenta la calidad de calorías absorbidas, lo que resulta en un mayor aumento de peso, anotaron.
“Los antibióticos sistemáticos deben evitarse, excepto cuando haya una indicación firme. Con todo lo que estamos aprendiendo, es más importante que nunca que los médicos protejan a los pacientes jóvenes de fármacos que no solo no les ayudan, sino que podrían hacerles daño a largo plazo”, concluyó Schwartz.
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