En el nuevo estudio, la estudiante doctoral Bo Ri Seo, de la Universidad de Cornell, y sus colaboradores examinaron el tejido de la grasa del pecho en seres humanos y en ratones. Descubrieron que en la obesidad, la red de fibras que mantiene a las células de la grasa en su lugar es más rígida de lo normal.
Los investigadores, que sentían curiosidad sobre si la genética relacionada con la obesidad podría jugar un papel, compararon los tejidos de los ratones que eran genéticamente obesos con los de ratones que se habían vuelto obesos por comer demasiado. Independientemente de cómo habían llegado a ser obesos, sus tejidos se habían endurecido, hallaron los investigadores.
Los investigadores también descartaron que una molécula habitual relacionada con la inflamación estuviera influyendo. Concluyeron que la estructura endurecida, por sí misma, parecía ser el factor relevante.
Para evaluar con mayor profundidad la idea, los autores del estudio también expusieron células de pecho precancerosas a estas redes fibrosas rígidas de muestras de tejido relacionado con la obesidad. Las células que crecen bajo estas condiciones eran más propensas a volverse totalmente cancerosas que las que habían crecido en las muestras no relacionadas con la obesidad.
Finalmente, los investigadores llegaron a la pregunta obvia: ¿Perder peso reduciría el efecto del endurecimiento?
Cuando los investigadores pusieron a los ratones obsesos a dieta, la red fibrosa adelgazó un poco, “lo que sugiere que perder peso podría revertir el endurecimiento del tejido”, explicaron los autores del estudio en un comunicado de prensa de la revista.
Otra pregunta es cómo lleva la obesidad al endurecimiento de los tejidos. Arendt y Kuperwasser dijeron que una menor presencia de oxígeno en los tejidos más densos podría ser una explicación. Y comentaron que todavía es posible que un proceso de inflamación juegue un papel.
El tejido denso de pecho en una mamografía se asocia con una mayor probabilidad de contraer un cáncer de mama, indicaron Seo y sus colaboradores. Pero el tejido de grasa podría enmascarar este tipo de densidad, añadieron, lo que sugiere que quizá sería necesario realizar imágenes más centradas y de alta resolución para las mujeres obesas a fin de detectar las áreas ocultas de densidad.