La insulina, un medicamento que salva vidas y que se utiliza para tratar la diabetes, se descubrió hace casi cien años, pero el precio del fármaco ha aumentado en un 700% en apenas dos décadas.
A principios de noviembre, el senador Bernie Sanders, el demócrata de Vermont, apuntó que ciertas insulinas habían aumentado de 21 dólares el frasco en 1996 a 255 dólares el frasco en 2016.
Algunos han asemejado los aumentos en el precio de la insulina a los aumentos recientes en el precio del EpiPen, el medicamento que salva vidas y que es necesario cuando alguien sufre una reacción alérgica grave.
Edith Prentiss, una residente de la ciudad de Nueva York de 64 años de edad, sabe muy bien lo que el creciente costo de la insulina significa para ella. Necesita la insulina para tratar la diabetes y permanecer con vida, pero vivir con unos ingresos fijos la ha obligado a tomar decisiones duras sobre cuál medicamento puede permitirse.
“He tomado otros fármacos durante años, y al hacerse genéricos su precio bajó. El precio de la insulina nunca ha bajado”, dijo.
Otros también han tomado nota de esos aumentos. El 17 de noviembre, la Asociación Americana de la Diabetes (American Diabetes Association, ADA), hizo un llamado al Congreso para que investigue los precios y cree soluciones para que las personas con diabetes no se enfrenten a dificultades financieras al comprar el medicamento que les mantiene con vida.
La ADA dijo que en muchas áreas de Europa, la insulina cuesta una sexta parte de lo que cuesta en Estados Unidos.
“La insulina no es un lujo”, enfatizó el Dr. Desmond Schatz, presidente de medicina y ciencias de la ADA. “La situación actual es inaceptable. Debemos garantizar que todos tengan acceso, y por eso pedimos al Congreso que lleve a cabo audiencias para identificar el motivo de que haya habido un aumento tan dramático de los precios de la insulina”.
La insulina es una hormona que se produce naturalmente y que es necesaria para que el cuerpo use los azúcares presentes en los alimentos como combustible. Las personas con diabetes tipo 1 no crean la suficiente insulina para sobrevivir y deben inyectarse insulina para permanecer vivas, según la ADA.
En la diabetes tipo 2 (la forma más habitual de la enfermedad) las células del cuerpo se vuelven cada vez más resistentes a la insulina. Las personas con diabetes tipo 2 a veces también necesitan inyectarse insulina, dice la ADA.
La insulina fue descubierta por primera vez en 1921 por un cirujano ortopédico, el Dr. Frederick Banting, y un estudiante de medicina, Charles Best, de la Universidad de Ontario. Luego, vendieron la patente de la insulina a la universidad por 1 dólar.
Pero la universidad no podía producir suficiente insulina para la cantidad de personas que la necesitaban. Así que se asoció con compañías farmacéuticas en Estados Unidos y en el extranjero. Parte del trato fue que las farmacéuticas podían sacar patentes en EE. UU. para cualquier mejora en el proceso de fabricación.