Desde niña, Mary escuchaba que es importante conservar limpias y bien cortadas las uñas de las manos. Sin embargo, nunca entendió por qué su madre se preocupaba tanto por las uñas.
A medida que crecía, Mary se dio cuenta de que las uñas no son solo estéticas: protegen la punta de los dedos, recogen objetos pequeños, sirven para rascarse o abrir una lata de refresco, y, por supuesto, pintarlas de todos los colores y llamar la atención de hombres y mujeres por igual. Hoy, algunas uñas femeninas son obras de arte.
Bien informada, ahora Mary es fiel seguidora de una dieta basada en vitaminas y minerales, la solución energética perfecta para lucir sus uñas de color rojo intenso.
Las uñas tienen una proteína llamada queratina, una capa dura y protectora en la punta de los dedos que sirve de barrera contra gérmenes y bacterias que engendran infecciones.
Quebradizas, descoloridas o con estrías, las uñas indican complicaciones de salud subyacentes, como trastornos tiroideos o infecciones fúngicas. Para impedir dolencias, las reglas son: uñas limpias y secas, cortarlas con regularidad y no mordérselas (“comerse las uñas”, como es vox populi).
Los colores, el aspecto y la forma de las uñas notifican sobre el estado de salud y la higiene. Por esta razón, todos los médicos examinan primero las uñas para entrever posibles afecciones.
Color. Las uñas palidecen si hay anemia. El blanqueamiento es perceptible en la cirrosis. Pierden color con fármacos como los antibióticos. Y son marrones en las enfermedades renales.
Con menos irrigación sanguínea, son amarillas, como en la ictericia y la psoriasis. La uña sana tiene un ligero color rosado y una superficie convexa de lado a lado.