Las diferencias entre los pacientes inactivos y los que tenían una actividad baja no fueron estadísticamente significativas, según el informe, que se publicó el 11 de marzo en la revista European Journal of Preventive Cardiology.
“Nuestros resultados sugieren que la actividad física se debe integrar en la atención clínica de los pacientes con enfermedad renal”, planteó el autor del estudio, el Dr. Der-Cherng Tarng, del Hospital General de Veteranos de Taipéi y de la Universidad Nacional Yang-Ming, en Taiwán.
Los investigadores también encontraron que es importante que los pacientes con enfermedad renal altamente activos mantengan sus niveles de ejercicio.
Los pacientes con una actividad alta al inicio del estudio que eran menos activos seis meses más tarde tuvieron el doble de riesgo de muerte y eventos cardiovasculares que los que siguieron teniendo una actividad alta, señaló el autor del estudio, el Dr. Wei-Cheng Tseng, también del Hospital General de Veteranos de Taipéi y de la Universidad Nacional Yang-Ming.
“Esto resalta la importancia de mantener la actividad física entre los pacientes con enfermedad renal”, señaló Tseng en un comunicado de prensa de la revista. Pero “unas cantidades extremas de ejercicio pueden inducir trastornos del ritmo cardiaco (arritmias) en las personas con enfermedad renal. Por tanto, parece prudente evitar los niveles muy altos, para así maximizar los beneficios y minimizar los riesgos”.
La enfermedad renal crónica afecta a unos 700 millones de personas en todo el mundo. La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en los pacientes con enfermedad renal crónica. Cuando la enfermedad renal progresa a la insuficiencia renal, el riesgo de muerte cardiovascular de un paciente es de 10 a 20 veces más alto que el de la población general.
Más información
El Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales de EE. UU. tiene más información sobre la enfermedad renal crónica.