Dra. Rebecca Dudovitz, profesora asistente de pediatría en la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA. Dudovitz es autora de un editorial publicado con el estudio.
Un progenitor implicado era mucho más importante que cualquier otro factor en casa o en el vecindario, encontraron los investigadores.
Por ejemplo, comer en familia cinco o más veces por semana aumentó las probabilidades de que un niño hiciera su tarea escolar y de que le importara la escuela en apenas alrededor de un tercio, mostraron los resultados.
“Pensamos que las comidas regulares en familia serían protectoras, y lo fueron, ligeramente, pero es más importante si durante la cena se tiene una conversación o la televisión está encendida”, dijo Robles.
Un vecindario seguro y bien mantenido también tuvo cierto efecto protector en los niños, al igual que unos vecinos que brindaban respaldo y unas instalaciones cercanas, como parques y centros comunitarios, encontraron los investigadores. Pero ninguno de esos factores ni se acercó a ofrecer el beneficio de contar con un padre o madre que escuchara.
Por ejemplo, un vecino que ofrezca respaldo podría hacer que fuera un 85 por ciento más probable que un niño terminara la tarea